La idea del "voto" en el pensamiento semítico bien puede haberse derivado del nombre de alguna deidad. De ser así, esa circunstancia ilustraría el hecho de que en el uso bíblico el voto siempre se relaciona con Dios, y ofrecería una nueva interpretación para pasajes tales como Jer. 32.35: en este caso tienen que interpretarse comó sacrificios de niños, no "a Moloc" (moµlek_), sino "como un moµlek_", una ofrenda votiva, con sentido de "voto". El voto puede ser para realizar (Gn. 28.20ss), o abstenerse de realizar (Sal. 132.2ss), un acto a cambio del favor de Dios (Nm. 21.1–3), o como expresión de celo o devoción para con Dios (Sal. 22.25). No constituye pecado el hacer o el no hacer votos, pero si se lo hace—presumiblemente en forma articulada (Dt. 23.23)—el voto obliga en forma tan sagrada como el juramento (Dt. 23.21–23). Por lo tanto, el voto no debe hacerse apresuradamente (Pr. 20.25); porque la persona que hace el voto, por eejmplo de ofrecer un sacrificio, entra luego en "la esfera de la ofrenda" y queda libre únicamente una vez que se ha hecho el sacrificio. El cumplimiento de los votos promueve la felicidad del hombre (Job 22.27), y pone de manifiesto el carácter de la futura bendición de Israel (Nah. 1.15). Por otra parte, el sustituir un animal con defectos por el que se ha prometido como voto revela pecado y acarrea la maldición de Dios (Mal. 1.14).
Lo que ya es del Señor (por ejemplo los primogénitos, los diezmos [Lv. 27.26]), o lo que es abominación a Jehová (Dt. 23.18), no puede ser consagrado ni ofrecido como voto; pero como el primogénito de la familia podía ser redimido (Lv. 27; Nm. 3.44ss), es correcto que Ana entregue a Samuel al Señor como nazareo (1 S. 1.11). El voto no tiene ninguna virtud en si mismo (Sal. 51.16ss), y puede no ser más que simulación piadosa de una persona traicionera (2 S. 15.7ss) o inmoral (Pr. 7.14). Así, en el NT el voto con la fórmula "es Corbán" de la persona religiosa fue condenado por Cristo (Mr. 7.11). El voto (eujeµ) de Pablo (pero probablemente no de Aquila) indudablemente fue un voto nazareo temporario, expresión sincera y adecuada de la antigua fe hebrea (Hch. 18.18, cf. 21.23).