En comparación con la palabra griega jeir (que se traduce únicamente "mano", con algunas palabras compuestas tales como jeiropoieeµtos, ‘hecho con manos’), las dos palabras hebreas principales traducidas "mano" tienen significados muy amplios. yaµd_ tiene muchas traducciones diferentes, y kaf varias, todas las cuales se relacionan con el significado primario "hueco" o "palma", de una raíz que significa "curvo" o "torcido". kaf es, también, el nombre de una de las letras del alfabeto hebreo, probablemente descriptivo de su forma, que se asemeja algo a una C en sentido contrario.
Al igual que otras partes del cuerpo en el pensamiento hebreo, la mano se describe como si tuviese, aparentemente, funciones prácticamente autónomas (1 S. 24.11). Pero el equilibrio de las frases "mi poder" y "la fuerza de mi mano" en Dt. 8.17, y otros ejemplos de paralelismo, indica que no se trata para nada de autonomía absoluta, siendo una referencia, en primer lugar, a la acción del individuo en su totalidad, aunque, al mismo tiempo, se centra la atención específicamente en la parte que cumple la función de que se trata (Mt. 5.30).
Como el brazo, la mano (especialmente la mano derecha) se usa como símbolo de fuerza y poder. En el caso de "mano", sin embargo, el sentido figurado ha avanzado un paso más que en el de "brazo". Véase, por ejemplo, Jos. 8.20, donde yaµd_ se traduce "fuerza". Hay varias frases muy comunes en las que la mano se usa como símbolo de poder, por ejemplo , "líbrame de la mano de mis enemigos" (Sal. 31.15; Mr. 14.41). A la inversa, el dejar caer las manos simboliza debilidad o falta de determinación, y fortalecerlas es remediar lo anterior (Is. 35.3; Jue. 9.24). Se menciona concretamente a los zurdos (Jue. 3.15).
El levantar la mano es símbolo de violencia (1 R. 11.26), como también de súplica (Ex. 9.33; 17.11; Sal. 28.2), siendo el gesto indicación de la actitud o la acción. La palabra kaf, que habla de la palma abierta, se usa más frecuentemente en este último sentido.
Darse las manos (Job 17.3; "dar fianza") equivalía a ratificar un acuerdo, como también lo era el colocar la mano debajo del muslo (Gn. 24.9) de otra persona, o levantar la mano, como se hace al tomar decisiones en la actualidad (Gn. 14.22 "he jurado", literalmente "he alzado mi mano"; Ex. 17.16).
El toque de las manos de una persona se suponía que comunicaba autoridad, poder o bendición; la mano derecha se consideraba más significativa que la izquierda en este sentido, pero con frecuencia se usaban ambas manos (Gn. 48.13–14; Dt. 34.9). Nótese especialmente la colocación de las manos del que ofrece el sacrificio sobre la cabeza del animal sacrificado, en que la comunicación de autoridad probablemente significaba identidad con el sacrificio (Lv. 1.4); y en el NT la comunicación del Espíritu Santo o la realización de milagros mediante la imposición de manos (Mr. 6.5; Hch. 8.17–19; 19.11). Esto no es más que otra ilustración de que en el pensamiento hebreo, y hasta cierto punto en el neotestamentario también, había una íntima relación entre lo que buena parte del pensamiento griego y el moderno designarían separadamente como "cuerpo" y "espíritu".