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Coronas

Prenda característica para cubrir la cabeza, a menudo ornamentada, que llevaban los reyes y otros personajes destacados.



I. En el Antiguo Testamento

La diadema del sumo sacerdote era una lámina de oro con la inscripción "santidad a Yahvéh", y estaba unida a la mitra o turbante por medio de un cordón azul, emblema de consagración (Ex. 29.6; 39.30; Lv. 8.9; 21.12). Después del exilio, en 520 a.C., Dios ordenó a Zacarías (6.11–14) que hiciera coronas de oro y plata y las colocara en la cabeza de Josué, el sumo sacerdote; posteriormente estas coronas se pusieron en el templo como emblemas del favor de Dios. Pueden haberse combinado en una sola corona doble para unir las investiduras sacerdotales y reales en una sola persona.

Entre las coronas reales, la corona de oro de David era emblema del origen divino de su reinado (Sal. 21.3; 132.18; retiro del don de Dios—y de la corona—, Sal. 89.39; Ez. 21.25–26). La ceremonia de coronación de Joás está registrada (2 R. 11.12; 2 Cr. 23.11). David capturó la corona con piedras preciosas del rey (o dios Milcom) de Amón, que pesaba un talento (2 S. 12.30; 1 Cr. 20.2). Hay estatuas amonitas que muestran a los reyes y los dioses con coronas grandes y altas. Para diademas con piedras preciosas Zac. 9.16. La gran corona regia de Vasti, la reina de Asuero (Est. 1.11), fue colocada en la cabeza de Ester (2.17), y entre las vestiduras reales que recibió Mardoqueo figuraba una corona de oro (Est. 6.8; 8.15).

Además de ser símbolo de realeza (Pr. 27.24), la corona se convirtió en metáfora de gloria (Job 19.9; Is. 28.5; 62.3; Jer. 13.18; Lm. 5.16; Pr. 4.9; 12.4; 14.24; 16.31; 17.6), y a veces, en desafortunado contraste, de orgullo (Job 31.36; Is. 28.1, 3).

El mundo bíblico ofrece muchos ejemplos de variados tipos de coronas. En Egipto el rey y los dioses llevaban una diversidad de coronas altas y primorosas de diversa significación, como así también sencillos adornos de oro o diademas. La más característica es la gran corona doble del Egipto superior e inferior combinados, que incorpora la corona roja del Egipto inferior (gorra chata con espiral al frente y proyección alta en la parte posterior), y por encima, la corona blanca del Egipto superior (alta y cónica con una borla en la parte superior). Las diademas del faraón siempre tenían en el frente el uraeus o cobra real. En Mesopotamia, los reyes as. llevaban un gorro cónico truncado adornado con bandas de bordados de colores o piedras preciosas, o una diadema simple. Los reyes de Babilonia llevaban una mitra curva terminada en punta. En las excavaciones llevadas a cabo en Palestina se ha encontrado una serie de diademas o adornos circulares



II. En el Nuevo Testamento

Aquí tenemos que considerar dos términos. El más importante es stefanos, que denota propiamente corona (de flores) o adorno redondo. Se lo emplea para la corona de espinas de Cristo. "Espinas en griego no es una palabra más específica que en castellano, de modo que es imposible saber de qué planta se trataba. Lo que resulta claro es que esta "corona" se usó como símbolo burlesco de realeza, y quizás también de divinidad. Pero aunque stefanos puede denotar una corona que simboliza realeza (Ap. 6.2), más comúnmente se usaba para la corona de laureles que se otorgaba al vencedor en los juegos olímpicos, o para una corona que se llevaba en ocasiones festivas. En estos usos se basa la mayor parte de las referencias del NT. De este modo, Pablo recuerda a los corintios que los atletas se esfuerzan por recibir "una corona corruptible", y añade, "pero nosotros, una incorruptible" (1 Co. 9.25). Es importante que el que busca la corona "luche legítimamente" (2 Ti. 2.5). A veces la corona cristiana está aquí y ahora, como cuando Pablo piensa en aquellos que él ha convertido como su corona (Fil. 4.1; 1 Ts. 2.19). Con mayor frecuencia se lo aplica a la vida futura a modo de "corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día" (2 Ti. 4.8). También se hace referencia a una "corona de vida" (Stg. 1.12; Ap. 2.10), y a "una corona incorruptible de gloria" (1 P. 5.4). Es posible perder la corona, porque se exhorta a los cristianos a retener lo que tienen, para que ninguno tome su corona (Ap. 3.11). Dios ha coronado al hombre con "gloria y honra" (He. 2.7), así como Jesús fue coronado "para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos" (He. 2.9).

diadeµma no aparece frecuentemente (Ap. 12.3; 13.1; 19.12). En el NT es siempre símbolo de realeza u honor.