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Terafines

Estos objetos se mencionan en todos los períodos veterotestamentarios: los patriarcas (Gn. 31.19); los jueces (Jue. 17.5–18.30); la monarquía primitiva y la tardía (1 S. 15.23; 19.13–16; 2 R. 23.24; Os. 3.4; Ez. 21.21); y después del exilio (Zac. 10.2). Cuando se los menciona en contextos israelitas casi siempre se los condena, directamente (1 S. 15.23; 2 R. 23.24) o indirectamente (Jue. 17.6; Zac. 10.2). En cuanto a su uso, se los asocia mayormente con la adivinación: nótese la vinculación de efod y terafines en la religión idolátrica de Micaía (Jue. 17.5, etc.); la asociación con la adivinación mediante saetas y la hepatoscopía (Ez. 21.21), y con prácticas espiritistas (2 R. 23.24). En ninguna parte se nos informa cómo se los consultaba, como tampoco cómo eran. Mientras Gn. 31.34 sugiere que eran objetos pequeños, 1 S. 19.13–16 sugiere una figura de tamaño natural, o por lo menos de medio cuerpo. Sin embargo, es posible que Mical haya colocado los terafines "al lado" y no "sobre" la cama, y que se consideraba que tenían algún poder profiláctico o curativo. Se considera, razonablemente, que todas las pruebas disponibles van en contra del primer punto de vista, en el sentido de que "ningún ‘ídolo’ (Idolatría) de tamaño comparable se ha encontrado jamás en las excavaciones palestinas". Se sugiere además que, tomando como base un trapo cananeo, "gastarse", los "terafines" en cuestión podrían aquí no ser ningún tipo de figura sino "trapos viejos", posiblemente utilizados para simular la figura acostada de David.

Estas dos últimas referencias (tambiéb Jue. 17.5ss) asocian los tƒraµféÆm con la casa, y Lahán, por lo menos, los consideraba como penates (Gn. 31.30). Sin embargo, la sugestión de que el robo de los dioses de su padre por parte de Raquel (Gn. 31.19, 30–35) equivalía a un reclamo de su herencia, sobre la base de la costumbre de Nuzi, ya no puede sostenerse. La posesión de penates en Nuzi probablemente indicaba liderazgo familiar, pero dicho privilegio se daba, no se arrebataba. El propósito de Raquel sólo puede conjeturarse, pero ejemplos tomados de la Mesopotamia sugieren que puede haber querido obtener protección en el peligroso viaje a Palestina.

El heb. tƒraµféÆm es una forma plural, de la que se desconoce la forma singular correspondiente. Se han propuesto posibles derivaciones de raµfaµ<, ‘sanar’, o del posbíblico toµref, ‘obscenidad’, pero la asociación más probable es con el hitita tarpisû, un tipo de espíritu, a veces maligno, a veces protector. Otras sugestiones han relacionado el vocablo tƒraµféÆm con el culto a los antepasados, tal vez en forma de máscara ancestral o de cabezas humanas momificadas.