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Ayuno Biblico

En la Biblia ayunar significa generalmente pasar un período sin comer ni beber (por ejemplo Ester 4.16), y no simplemente privarse de ciertos alimentos.



I. En el Antiguo Testamento

Los términos heb. son s\uÆm (verbo) y s\oÆm (sustantivo). La frase >innaÆ nafsûoÆ (‘afligir el alma’) también se refiere al ayuno. En primer lugar, había ciertos ayunos anuales. Así los hebreos ayunaban el día de la expiación (Lv. 16.29, 31; 23.27–32; Nm. 29.7), Después del exilio se observaban otros cuatro días anuales (Zac. 8.19), todos los cuales, según el Talmud, marcaban desastres en la historia del pueblo judío. Podemos interpretar Ester 9.31 como la institución de otro ayuno regular adicional.

Además de estos había ayunos ocasionales. A veces eran individuales (por ejemplo 2 S. 12.22) y a veces corporativos (por ejemplo Jue. 20.26; Jl. 1.14). El ayuno era expresión de dolor (1 S. 31.13; 2 S. 1.12; 3.35; Neh. 1.4; Est. 4.3; Sal. 35.13–14) y penitencia (1 S. 7.6; 1 R. 21.27; Neh. 9.1–2; Dn. 9.3–4; Jon. 3.5–8). Era la manera en que los hombres podían humillarse (Esd. 8.21; Sal. 69.10). A veces puede haber sido considerado como un castigo autoimpuesto (la frase "afligir el alma"). A menudo el objeto del ayuno era asegurar la guía y ayuda de Dios (Ex. 34.28; Dt. 9.9; 2 S. 12.16–23; 2 Cr. 20.3–4; Esd. 8.21–23). El ayuno podía ser vicario (Esd. 10.6; Est. 4.15–17). Algunos llegaron a pensar que el ayuno automáticamente permitía al hombre ser escuchado por Dios (Is. 58.3–4). Contra Pelag esto los profetas declararon que sin una conducta recta el ayuno era en vano (Is. 58.5–12; Jer. 14.11–12; Zac. 7).



II. En el Nuevo Testamento

Los términos usuales en gr. son neµsteuoµ (verbo), y neµsteia y neµstis (sustantivos). En Hch. 27.21, 33 se emplean también las voces asitia y asitos (‘sin alimentos’).

En lo que respecta a la práctica general de los judíos, el día de la expiación es el único ayuno anual que menciona el NT (Hch. 27.9). Algunos fariseos estrictos ayunaban cada lunes y jueves (Lc. 18.12). Otros judíos devotos, como Ana, solían ayunar a menudo (Lc. 2.37).

La única ocasión en que leemos que Jesús ayunó es cuando fue tentado en el desierto. Sin embargo, en esa ocasión no se trataba necesariamente de un ayuno voluntario. La primera tentación indica que no había alimentos en el lugar que eligió para esas semanas de preparación para el ministerio (Mt. 4.1–4). Cf. los ayunos "de cuarenta días" de Moisés (Ex. 34.28) y de Elías (1 R. 19.8).

Jesús dio por sentado que sus oyentes ayunarían, pero les enseñó que lo hicieran mirando a Dios y no a los hombres (Mt. 6.16–18). Cuando se le preguntó por qué sus discípulos no ayunaban como lo hacían los de Juan el Bautista y los de los fariseos, Jesús no repudió el ayuno sino declaró que no era apropiado para sus discípulos "mientras el esposo estuviera con ellos" (Mt. 9.14–17; Mr. 2.18–22; Lc. 5.33–39). Ya ayunarían más adelante como los demás.

En Hch. los líderes de la iglesia ayunan cuando eligen a los misioneros (13.2–3) y ancianos (14.23). Pablo menciona dos veces su ayuno (2 Co. 6.5; 11.27). Aparentemente en el primer pasaje se da a entender un ayuno voluntario, a modo de autodisciplina (neµsteia); en el segundo se menciona tanto el involuntario, "hambre (limos) como el voluntario, "sin alimentos" (neµsteia).

El peso del testimonio textual se opone a la inclusión de referencias al ayuno en Mt. 17.21; Mr. 9.29; Hch. 10.30; 1 Co. 7.5, aunque la presencia de estas referencias en muchos manuscritos de por sí indica la creciente creencia de la iglesia primitiva en el valor del ayuno.