Abominación Desoladora
("Horrible sacrilegio"). Esta frase (en hebreo sûiqquÆs\ sûoÆmeµm) aparece primeramente en Dn. 12.11; 11.31, con una variante en Dn 9.27. sûiqquÆs\ = objeto ofensivo, debido a inmundicia, luego ídolo como algo que ofende a Dios; sûiqquÆs\ sûoÆmeµm probablemente representa un equivalente despreciativo de Baal sûaÆmeµm, "señor del cielo": el "señor" es meramente un "ídolo", y no es "del cielo" (sûaÆmeµm) sino que "asuela" (sûoÆmeµm). Esta designación parece tener en vista la acción de Antíoco Epífanes, quien colocó sobre el altar en el templo de Jerusalén un pequeño altar idolátrico como la "abominación de la desolación" (griego bdelygma ereµmoµseoµs). Con ella, según la tradición judaica, iba una imagen, casi seguramente de Zeus, el señor del cielo, que mostraba la figura del emperador. Este sacrilegio provocó "desolación", no destrucción, sino una horrible desolación (o posiblemente causando la "desolación" del templo, vaciado de Dios y sus verdaderos adoradores). Mr. 13.14 y Mt. 24.15 quizás se refieran a una abominación similar; es una señal de la inminente destrucción del templo (no la destrucción en sí). La abominación o sacrilegio ha sido interpretada como la aparición del anticristo (2 Ts. 2.3s) o del sacrílego ejército romano (Lc. 21.20). Posiblemente esté vinculada con los estandartes de los romanos, que llevaban adheridas imágenes del emperador para ser adoradas; introducir estas cosas dentro de la zona del templo (la guardia romana estaba acuartelada cerca del templo) hubiera sido una "abominación provocadora de desolación" que llevaría a la guerra y la destrucción tanto del templo como de la ciudad. La versión de Lucas debe considerarse una traducción para lectores gentiles, para quienes la frase bíblica pudiera resultar bastante incomprensible.