Más frecuentes durante la época invernal, los truenos se describen gráficamente en Job 37 y Sal. 29. Durante el verano las pocas tormentas de lluvia generalmente se asocian con truenos (por ejemplo 1 S. 12.17); la coincidencia de este acontecimiento con el mensaje de Samuel contribuyó a profundizar la advertencia a Israel cuando pidieron rey. Una tormenta eléctrica en el desierto parecería ser la explicación más plausible del relato en 2 R. 3.4–17, cuando "este valle será lleno de agua", presumiblemente como resultado de una tormenta en el desierto en la meseta al Este del valle de Zered. En otra campaña militar una tormenta eléctrica decidió el resultado de la batalla entre Israel y los filisteos (1 S. 7.10).
El trueno se asocia frecuentemente con la voz de Dios, y se lo menciona como una voz en Sal. 77.18; 104.7; "sonido". La voz creadora de Dios que mandó a las aguas retirarse a su lugar señalado (Gn. 1.9) se identifica con el trueno (Sal. 104.7). Se lo asociaba con la entrega de la ley en el Sinaí (Ex. 19.16; 20.18), y la voz del cielo que le respondió a Cristo (Jn. 12.28s) fue identificada por los presentes como una sucesión de truenos. Voces como truenos se mencionan en Apocalipsis (Ap. 6.1; 14.2; 19.6), donde incluso se les acuerda significado lingüístico (Ap. 10.3s).