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Evangelio

Evangelio (griego euangelion, ‘buenas nuevas’). En la literatura clásica esta palabra designaba la recompensa que se daba al portador de buenas noticias. También indicaba el mensaje mismo, orignalmente el anuncio de una victoria, pero aplicado posteriormente a otros mensajes que proporcionaban gozo. El hecho de que aparece más de 75 veces en el NT indica una connotación claramente cristiana. El evangelio constituye las buenas nuevas de que Dios en Jesucristo ha cumplido sus promesas para con Israel, y de que se ha abierto un camino de salvación para todos. El evangelio no debe erigirse por oposición al AT, como si Dios hubiese modificado su manera de tratar al hombre, sino que constituye precisamente el cumplimiento de la promesa del AT (Mt. 11.2–5) Jesús mismo vio en las profecías de Isaías una descripción de su propio ministerio (Lc. 4.16–21).

Marcos define el "evangelio de Dios" en 1.14 (siguiendo el texto bizantino, agrega "del reino") diciendo que "el tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado", Creer significa salvación: rechazar es ser condenado (Mr. 16.15–16). Este mismo evangelio es proclamado por los primeros heraldos del cristianismo, pero ahora el mensaje esencial se ha hecho más explícito por la muerte y la resurrección de Jesús el Cristo. Si bien el evangelio vino con Jesús (el acontecimiento de Cristo es el evangelio), ya lo había anticipado la promesa de bendición hecha por Dios a Abraham (Gá. 3.8), como también las Escrituras proféticas (Ro. 1.2).

El evangelio no sólo viene con poder (1 Ts. 1.5), sino que es el poder de Dios (Ro. 1.16). Revela la justicia de Dios y conduce a la salvación a todos los que creen (Ro. 1.16–17). Pablo considera que el evangelio es un depósito sagrado (1 Ti. 1.11). Por ello se siente divinamente obligado a proclamarlo (1 Co. 9.16), y pide las oraciones de sus lectores a fin de que pueda llevar a cabo su cometido con denuedo (Ef. 6.19), aun cuando hacerlo signifique oposición (1 Ts. 2.2) y aflicción 2 Ti. 1.8). El evangelio es "la palabra de verdad" (Ef. 1.13), pero le está vedado al incrédulo (2 Co. 4.3–4) que exige la verificación sobrenatural o la prueba racional (1 Co. 1.21–23). Así como el pleno impacto teológico del evangelio le vino a Pablo por revelación (Gá. 1.11–12), así también el evangelio se hace presente con poder salvífico mediante la respuesta de la fe (He. 4.2).

El uso del vocablo "evangelios" como designación de los primeros cuatro libros del NT tiene origen posbíblico (s. II d.C.).