Inundación con agua provocada por Dios en la época de Noé para destruir toda la humanidad, salvo unos cuantos miembros elegidos, de sobre la tierra (Gn. 6–8). La palabra que se usa en el AT para describir el fenómeno es mabbuÆl, vocablo de derivación desconocida, y como la única otra ocasión en que se lo usa fuera del relato de Gn. 6–11 es en el Sal. 29.10, se debe interpretar que su significado es el de un diluvio cataclísmico tal como el que se describe en Génesis. En la LXX mabbuÆl se traduce kataclysmos, y esta es la palabra que se emplea en el NT (Mt. 24.38–39; Lc. 17.27; 2 P. 2.5) para describir el mismo acontecimiento.
a. La razón del Diluvio
Cuando Dios vio que el hombre vivía constantemente planeando y haciendo el mal (Gn. 6.5), con toda justicia resolvió destruirlo (6.1–7). Pero Noé era hombre justo, de modo que él y su familia inmediata habían de escapar para iniciar un nuevo comienzo.
b. La preparación
Gn. 6.3 y 1 P. 3.20 indican que por la longanimidad de Dios habría 120 años de plazo antes de la llegada del diluvio. Durante ese período Dios mandó a Noé que construyera un arca, -El arca de Noé (hebreo teµb_aÆ, probablemente del egipcio d_b'.t, ‘arcón, ataúd’, Gn. 6–9; kiboµtos, ‘caja, arcón’ en el NT) evidentemente tuvo por objeto ser nada más que un depósito flotante, que medía, si consideramos que el codo tenía unos 46 cm., alrededor de 150 x 25 x 15 m (Gn. 6.15). Es posible leer qaµnéÆm, ‘juncos’, por qinnéÆm, ‘nidos’ en Gn. 6.14, sin interferir con el texto consonántico, lo que nos daría el sentido de que los componentes de madera de gofer estaban unidos y calafateados con juncos, y que luego se terminó toda la armazón con brea (Asfalto). Si bien podemos tomar la declaración en 6.16 (literalmente, "la harás inferior, segundo y tercero") en el sentido tradicional de describir tres pisos, también es posible entender que indica tres camadas de troncos atravesados, interpretarión que concordaría bien con una construcción de madera, juncos y brea. El arca tenía también una abertura (pet_ah) en el costado, y una s\oµhar, término que no se ha podido comprender bien, pero que en la mayor parte de los casos se considera que significa una abertura para la luz, que corría en derredor de la barca un poco por debajo del techo- y le dio instrucciones precisas para su construcción. También anunció que haría un pacto con Noé (6.18).
c. Los ocupantes del arca
Ocho personas, Noé, sus tres hijos, Sem, Cam, y Jafet, y sus cuatro mujeres, fueron preservadas en el arca (Gn. 6.18; 7.7, 13; 2 P. 2.5). También entraron al arca dos miembros, macho y hembra, de cada división (según su género, méÆn, no necesariamente "especie") del reino animal, incluyendo aves (6.19–20; 7.8–9, 14–15), y además de estos hubo doce animales adicionales, seis machos y seis hembras, de cada especie limpia, presumiblemente para alimento y sacrificio (7.2–3; algunos comentaristas interpretan las cifras como siete, más bien que catorce en total de cada una). También se almacenó a bordo alimento vegetal para todos estos ocupantes del arca. No se hace mención alguna de seres marinos, pero pueden estar incluidos en la frase "de todo lo que vive, de toda carne" (6.19), y pueden haber sido acomodados fuera del arca.
d. El diluvio
Cuando Noé y sus acompañantes hubieron entrado en el arca Dios lo cerro tras ellos (7.16) y soltó las aguas. El diluvio ocurrió en forrna de lluvia (7.4, 12), y de tal fuerza que dice la Biblia que "las cataratas de los cielos fueron abiertas" (7.11), metáfora sumamente descriptiva por cierto. El nivel de las aguas también se elevó desde abajo, "fueron rotas todas las fuentes del grande abismo (tƒhoÆm)" (7.11), pero esto podría ser una declaración metafórica, como lo sugiere el uso de la palabra tƒhoÆm, que generalmente aparece en pasajes poéticos, de modo que no resulta provechoso buscar referencias a fenómenos geológicos aquí.
e. La cronología del diluvio
Noé entró en el arca el 17º día del 2º mes de su 600º año (7.11), y la tierra se secó el día 27 del 2º mes de su 601º año, de manera que, contando 30 días por mes, el diluvio duró 371 días. La lluvia cayó durante 40 días (7.12), y las aguas siguieron subiendo durante 110 días más (7.24) = 150; luego las aguas decrecieron durante 74 días (8.5) = 224; 40 días más tarde Noé despachó el cuervo (8.6–7) = 264; 7 días después despachó la paloma (8.8, con el significado de "otros siete días" en 8.10) = 271; la mandó nuevamente 7 días más tarde (8.10) = 278; y por tercera vez 7 días después (8.12) = 285; Noé retiró la cubierta del arca 29 días más tarde (8.13 con 7.11) = 314; y la tierra se secó finalmente 57 días después (8.14) = 371 días en total.
f. La amplitud del diluvio
Se declara claramente que todo (6.17), incluyendo el hombre (6.7; 7.21) y las bestias (6.7, 13, 17; 7.21–22), debía ser arrasado por el diluvio, pero se puede argumentar que estas categorías están limitadas por las referencias locales: sobre la tierra (6.17; 7.17, 23); debajo del cielo (sûamayim; 6.17; 7.19); y sobre la faz de la tierra (<7.4, 23) puede significar "tierra (de)" (con el sentido de "territorio"; por ejemplo Gn. 10.10), sûamayim puede significar "cielos", o sea la parte visible del cielo dentro del horizonte (por ejemplo 1 R. 18.45), y la amplitud de <‡d_aµmaÆ estaría determinada por las dos palabras anteriores; de modo que es posible que un diluvio de severidad sin precedentes pudiera satisfacer dichas condiciones sin llegar a cubrir toda la superficie del globo. El argumento de que un diluvio así haría innecesaria la preservación de animales podría resolverse mediante la sugestión de que si estaba comprendida toda la zona ambiental con su propia fauna individual, una medida como la mencionada sería efectivamente necesaria. La afirmación de que todas las altas montañas (har) bajo todos los cielos fueron cubiertas (7.19–20), y de que cerca del final del diluvio se comenzaron a ver nuevamente (8.5), se interpreta en este esquema como un fenómeno debido a la nubosidad y la niebla que deben haber acompañado al cataclismo. Esta interpretación favorece la idea de un diluvio limitado, pero el texto también permite interpretarlo como un diluvio universal, y el dogmatismo no resulta razonable en ninguno de los dos casos. La enseñanza teológica de la Biblia se ha interpretado tradicionalmente en el sentido de que todos los hombres excepto Noé y su familia fueron destruidos.
g. El final del diluvio
Dios se acordó de Noé, e hizo que las aguas decrecieran constantemente hasta que el arca vino a descansar en las montañas de Urartu (Ararat). A fin de determinar si era conveniente desembarcar Noé despachó primeramente un cuervo, el que probablemente podía alimentarse de carroña, y posarse en el techo del arca (8.7), y luego una paloma, la que en el segundo intento volvió con una hoja de olivo, lo cual tal vez indicaba que las aguas habían decrecido lo suficiente como para que las estribaciones de las montañas, donde crece e olivo, se secaran, y que por lo tanto hubiera alimento suficiente para los animales (8.8–11). La tercera vez que la mandó la paloma ya no volvió (8.12), de modo que Noé consideró que había llegado el momento de salir del arca, y esto fue lo que Dios le mandó que hiciese. Entonces Noé ofreció sacrificios valiéndose de todos los animales y aves limpios, y Dios juró que no volvería a mandar un diluvio sobre la tierra 8.21–22; Is. 54.9), bendijo a Noé y sus hijos (9.1), y confirmó su decision mediante un pacto (9.11), cuyo símbolo fue el arco iris en las nubes (9.13–17).
h. Paralelos cuneiformes
Entre los documentos cuneiformes excavados en el Cercano Oriente se han encontrado relatos acerca de un diluvio. Una tablilla sumeria de Nippur en el Sur de Babilonia relata que el rey Ziusudra fue advertido del hecho de que los dioses habían decretado un diluvio para destruir la humanidad, y que se le dijo que construyese un gran barco en que pudiese escapar. Esta tablilla fue escrita ca. del 1600 a.C., pero el relato probablemente ya era conocido en la Mesopotamia muchos siglos antes. El hecho de que hubo una inundación devastadora constituye parte de la tradición histórica y literaria de Sumer. Copias incompletas de la Épica de Atrabhasis hechas ca. 1630 a.C. y que circularon ampliamente durante siglos posteriores, contenían un relato acadio (era conocido en Ugarit). Este relato describe un diluvio enviado por los dioses para destruir al hombre luego de que intentos anteriores de controlarlo fracasaran. El piadoso Atrahasis fue advertido por el dios-creador Enki (o Ea) a fin de que construyese un barco y escapase con su familia, sus bienes, y sus animales. Después de siete días de diluvio el barco quedó varado. Atrahasis ofreció un sacrificio a los dioses que se reunieron como moscas alrededor del mismo. Los dioses se arrepintieron de lo que habían hecho, y reinstituyeron la sociedad humana imponiendo la condición de la culpa y el castigo individuales. La famosa Historia del diluvio de origen babilónico, que forma parte de la tablilla XI de la más extensa Épica de Gilgamés (Babilonia), proviene principalmente de esta obra. Es una copia de la misma, que fuera excavada en Nínive unos 20 años antes, la que fue identificada en el MB en 1872 por George Smith. En esta versión el héroe, llamado Uta-napistim, y una vez Atrahasis, le describe a Gilgamés cómo adquirió inmortalidad después de sobrevivir al diluvio. Cuenta la misma historia que la Épica de Atrahasis, con algunos detalles que no han sido conservados en este último relato. Notable entre ellos es el hecho de que el barco descansó sobre el monte Nisir (en el Noroeste de Persia), y el envío, sucesivamente, de una paloma, una golondrina, y un cuervo, y el que los ocupantes del barco desembarcaron cuando el cuervo no volvió. Estos relatos cuneiformes evidencian semejanzas con Gn. 6–9, hecho que se explica posiblemente por ser referencias comunes a un acontecimiento histórico verídico. La gran cantidad de elementos toscos en las versiones cuneiformes sugieren que las mismas son menos fidedignas que la versión bíblica.
i. Fuentes
Muchos eruditos consideran que el relato del diluvio en Gn. 6–9 se compone de dos fuentes, J (Yahvista) y P (Sacerdotal), entretejidos por un redactor tardío, que realizó su tarea después del retorno del exilio. Según esta teoría, las tradiciones orales primitivas fueron reunidas y luego escritas en el "documento" denominado J en el curso de unos cuantos siglos, comenzando en la época de la monarquía antigua. La otra fuente (P) fue el resultado de varios siglos de tradiciones de los sacerdotes pertenecientes a la época de David, que fueron escritas entre, quizá, el año 500 a.C. y la época de Esdras, valiéndose, en el caso de secciones tales como la que trata del diluvio, de las tradiciones babilónicas tal como fueron aprendidas durante el exilio. Se consideran pruebas a favor de las dos fuentes, criterios tales como el uso de dos nombres para la divinidad, yhwh en J y en P, observaciones tales como la de que a Noé se le indica meter en el arca siete (o catorce) de cada uno de los animales limpios y dos de cada uno de los no limpios (Gn. 7.2–3 = J), y la de que se le indica, también, que debe embarcar una pareja de cada especie (Gn. 6.l9 = P).
Sin embargo, estos asuntos son susceptibles de otras explicaciones, y la unidad del relato del diluvio surge de las declaraciones coincidentes en cuanto a la causa del mismo (Gn. 6.5–7, J, 11–13, P), el propósito del mismo (Gn. 6.7, J, 13, 17, P; 7.4, J, 21, P, 22–23, J; 8.21, J), y la salvación de un remanente representativo (Gn. 6.8, J, 18–20, P; 7.1–3, 7–9, J, 13–16a, P, 16b, J; 8.16–19, P).
j. La arqueología y el diluvio
Las excavaciones en Ur, Kis, Warka, y Fara en el Sur de la Mesopotamia han puesto al descubierto indicios de la existencia de inundaciones serias. Los excavadores de los dos primeros sitios, se creían que dichos vestigios estaban relacionados con el diluvio bíblico. Esto no es probable, empero, puesto que los niveles de las inundaciones en los cuatro sitios no datan todos de la misma época, y en cada caso se explican más fácilmente como debidas a la inundación de ríos en medida inusual. Más todavía, la más antigua, la de Ur, no es probable que haya ocurrido mucho antes del 4000 a.C., fecha que aparece ya bastante avanzada la secuencia continua de culturas prehistóricas en el Cercano Oriente, y para la que no existen señales de interrupción en otras partes. Si se considera que un diluvio local serio en la llanura mesopotámica es todo lo que se quiere dar a entender en el relato bíblico, alguno de los depósitos diluviales que se encuentran en los sitios mencionados puede considerarse como prueba de la misma; pero si, como parece ser probable, lo que se registra en Génesis es un acontecimiento mucho más serio, las pruebas existentes en la Mesopotamia tienen que considerarse como inaplicables.
k. La geología y el diluvio
No se conocen pruebas geológicas indudables del diluvio bíblico. Muchos fenómenos se han mencionado, sin embargo, en el pasado, y particularmente en el siglo XIX, como pruebas de una inundación seria. La mayoría de los mismos se explican en la actualidad más fácilmente como vestigios de la acción glacial de la era glacial cuaternaria. No obstante, con la era glacial estaban asociados ciertos cambios, tales como variaciones del nivel del mar debidos al encierro y a la liberación de agua en los glaciares, y el hundimiento y surgimiento de masas de tierra en concordancia con el aumento y la reducción del peso del hielo sobre las mismas, que bien pueden haber producido efectos tales como los que describe el relato bíblico. La finalización efectiva de la última glaciación puede fecharse alrededor del año 10.000 a.C., de modo que podría ser que a Noé y sus contemporáneos corresponda asignarles una antigüedad de esta magnitud.
No hay pruebas seguras, empero, y cualquier esquema destinado a ubicar los acontecimientos descriptos en Génesis en su marco histórico real no puede menos que ser provisional.