En el Antiguo Testamento la palabra generalmente denota el otorgamiento de un bien, concebido generalmente como algo material (Dt. 11.26; Pr. 10.22; 28.20; Is. 19.24, etc.).
Con frecuencia se contrasta con la maldición (Gn. 27.12; Dt. 11.26–29; 23.5; 28.2; 33.23), y a veces se usa con referencia a la fórmula que constituye la "bendición" (Gn. 27.36, 38, 41; Dt. 33.1).
En el Nuevo Testamento la palabra eulogia se usa también en este último sentido (Stg. 3.10), pero además denota tanto el bien espiritual que aporta el evangelio (Ro. 15.29; Ef. 1.3) como las bendiciones materiales en general (He. 6.7; 12.17; 2 Co. 9.5, "generosidad".