Escribas (heb. soÆfƒréÆm; gr. grammateis, nomikoi (abogados), y nomodidaskaloi (maestros de la ley). Los escribas eran expertos en el estudio de la ley de Moisés (Torá). Al principio esta ocupación pertenecía a los sacerdotes. Esdras era sacerdote y escriba (Neh. 8.9); estas ocupaciones no eran necesariamente independientes una de otra. La principal actividad del escriba era el estudio que nada debía distraer (Ecl. 38.24). La aparición de los escribas puede fecharse después del exilio babilónico. 1 Cr. 2.55 posiblemente sugiere que los escribas se agrupaban en familias y gremios. Probablemente no formaban un partido político definido en la época de Ben-Sirá (comienzos del ss. II a.C.), sino que se convirtieron en partido como consecuencia de las medidas represivas de Antíoco Epífanes. Hubo escribas en Roma a fines del período imperial, y en la Babilonia de los ss. V y VI d.C. Hasta el año 70 d.C. no hay datos detallados sobre escribas individuales. Fueron de influencia principalmente en Judea hasta el año 70 d.C., pero también se los encontraba en Galilea (Lc. 5.17), y en la dispersión.
Los escribas fueron los que iniciaron el servicio de la sinagoga. Algunos fueron miembros del Sanedrín (Mt. 16.21; 26.3). Después del año 70 d.C. la importancia de los escribas aumentó. Preservaron en forma escrita la ley oral, y transmitieron fielmente las Escrituras hebreas. Esperaban de sus pupilos una reverencia mayor que la que se debía a los padres.
La función de los escribas era triple.
1. Preservaban la ley. Fueron los estudiosos profesionales de la ley, como también sus defensores, especialmente en el período helenístico, cuando el sacerdocio se había vuelto corrupto. Trasmitían decisiones legales no escritas que habían aparecido como resultado de sus esfuerzos por aplicar la ley mosaica a la vida diaria. Insistían en que esta ley oral era más importante que la escrita (Mr. 7.5ss). Merced a sus esfuerzos la religión corría el riesgo de transformarse en formalismo frío y duro.
2. Reunían alrededor de sí muchos alumnos y los instruían en la ley. Se esperaba que los alumnos retuviesen lo que se les había enseñado, y que lo transmitirían sin variaciones. Exponían en el templo (Lc. 2.46; Jn. 18.20). Su enseñanza debía ser gratuita (así el rabí Sadoc, Hillel, y otros), pero probablemente recibían paga (Mt. 10.10; 1 Co. 9.3–18, para los argumentos de Pablo sobre sus derechos), e, incluso, se aprovechaban de su honorable posición (Mr. 12.40; Lc. 20.47).
3. Se los mencionaba como "abogados" y "maestros (o intérpretes) de la ley", debido a que tenían a su cargo la administración de la ley como jueces en el sanedrín (Mt. 22.35; Mr. 14.43, 53; Lc. 22.66; Hch. 4.5; Jos., Ant. 18.16s). "Abogado" y "escriba" son sinónimos, por lo cual nunca se une ambos términos en el NT. Por sus servicios en el sanedrín no recibían paga. Por lo tanto, estaban obligados de ganarse la vida por otros medios si no poseían riquezas.
Los libros apócrifos del AT y los seudoepigráficos nos ilustran sobre el origen del partido de los escribas. Los libros de Esdras, Nehemías, Daniel, Crónicas, y Ester también indican algo de los comienzos del movimiento, mientras que Josefo y el NT hablan de este grupo en un estado más avanzado de formación. No hay mención de los escribas en el cuarto evangelio. Pertenecían principalmente al partido de los fariseos, pero como cuerpo eran distintos de ellos. En cuanto a la resurrección hicieron causa común con Pablo en contra de los saduceos (Hch. 23.9). Se opusieron a Cristo porque enseñaba con autoridad (Mt. 7:28–29), y el Señor condenó el formalismo externo que estimulaban. Persiguieron a Pedro y a Juan (Hch. 4.5), y tuvieron que ver con el martirio de Esteban (Hch. 6.12). Sin embargo, aunque la mayor parte se opuso a Cristo (Mt. 21.15), algunos creyeron (Mt. 8.19).